Ayer a la 1 todas las feministas, casi todos los medios de comunicación y gran parte de la ciudadanía, mujeres y hombres, estábamos pendientes de la sentencia del juicio de “La Manada”. Llevábamos meses esperando. Meses viendo como se cuestiona a la joven violada por el Prenda y sus colegas en una noche de cacería.
No es la única manada, no son los únicos que salen de cacería y no es la única víctima que además de sufrir una salvaje violación tiene que someterse a un juicio social y mediático que la insulta, veja y penaliza por intentar salir del infierno recuperando su vida. Tampoco era su única víctima.
En el juicio a estos cinco bestias, por primera vez, participaban las instituciones, se implicaban en la defensa de los derechos de las mujeres. Nos jugábamos si la justicia es justa con las mujeres. Sobretodo estaba en cuestión la credibilidad de una mujer cuando es víctima de una violación.
El concepto jurídico del consentimiento se utiliza contra las mujeres para legitimar cualquier práctica contra ellas. La sentencia desvirtúa la construcción del consentimiento y refuerza la idea de que este se pude dar bajos circunstancias de presión, algo que sería inaceptable en cualquier otro grupo de personas.
Sin tiempo para leer las 370 páginas de la sentencia y poder entrar al detalle, lo que es evidente es que litros de patriarcado corren por las venas de los jueces de este caso. Estos señores con toga entienden que las mujeres somos objetos de uso, abuso y disfrute de ellos. Describen, en los hechos probados, una violación pero no estiman que la haya y consideran que ha sido abuso sexual, un delito con menos condena para estos cazadores que, a lo sumo, en tres años volverán a estar en las calles dispuestos a demostrase la hombría con una nueva víctima.
La sentencia condena a nueve años de prisión a los cinco miembros de “la manada” por un delito continuado de abuso sexual pero les absuelve del delito de agresión sexual que solicitaba la Fiscalía y la acusación. Los cazadores violadores también son absueltos por el robo.
No se tiene en cuenta ni la intimidación, ni la actuación grupal, ni la vulneración de la intimidad.
Estos jueces, en particular, Ricardo González que pide la absolución para todos los acusados, están lanzando el mensaje al machismo criminal de que violar a una mujer borracha o anestesiada no será violación. Que si antes de violara a una mujer primero se la acojona solo será abuso.
Nos han quitado todo, hasta el miedo. La ciudadanía ya no es cómplice con su silencio. Ha salido a la calle porque cinco violadores contra una mujer es violencia, violencia contra una mujer indefensa, porque fue una violación múltiple y la sentencia no la reconoce. La gente sabe que en la violencia sexual hay violencia e intimidación.
¿Y el gobierno del Partido Popular? ¿piensa seguir siendo cómplice con su silencio? ¿piensa seguir incumpliendo el pacto de Estado?
¿Y Podemos? ¿se comprometerá firmando el pacto?
Esto no se va a quedar así. No lo vamos a permitir. Cambiaremos las leyes. Cambiaremos los jueces, Cambiaremos la sociedad y sus normas.
Tenemos derecho a ser libres.
Equip de redacció