¿Conocen la teoría del gato de Schrödinger? Describe una paradoja, según la cual un un gato puede estar vivo y muerto al mismo tiempo (simplificando).
Pues bien, últimamente no puedo dejar de pensar en los paralelismos que el gobierno de Tarragona tiene con ese pobre gato. Hace dos años, se configuró una mayoría alternativa a la lista más votada -la lista socialista- con la cual el Ayuntamiento de Tarragona pasó a estar en manos de ERC y En Comú Podem, con el apoyo externo de la CUP y de JxTGN.
Un pacto lícito, no digo lo contrario, pero muy inestable. Y así lo hemos visto, no sólo por los dos años de caos y dejadez que ha sufrido esta ciudad, sino a la luz de todo el espectáculo al que estamos asistiendo los últimos días. Francamente, Tarragona no se merece esto.
Y al margen del último sainete municipal que deja a todo el mundo preocupado pensando en quién gobierna nuestra ciudad… ¿Cuáles han sido sus grandes hitos hasta el día de hoy? Pues ninguno, solo proyectos a medias que ya dejó empezados el anterior gobierno socialista: un banco de España que no querían, un plan parcial en Ponent que criticaron, un carril bici que se encontraron con el expediente ya hecho, … Su única propuesta propia es un Consell de Districtes con un consenso prácticamente nulo y que todavía ni existe.
Lo cierto es que este gobierno no ha sido capaz de proporcionar soluciones a las necesidades de Tarragona, solo ha dado titulares. Y a golpe de titular una ciudad no avanza. La gente no quiere que le digan que el gobierno planea hacer “esto o lo otro”; la gente lo que quiere es que las cosas se hagan. De nada sirven las palabras si luego no son reales. Solo generan desconfianza y decepción (en aquellos que hubiesen confiado alguna vez).
Tenemos una ciudad viva a nivel social, pero muerta a nivel político -como el pobre gato-. La gente tiene ganas de actividad, de movimiento y de revitalización, pero se encuentra pasividad y dejadez, calles más sucias, más palomas, más inseguridad… Lo que no recibe es dinamización comercial, no recibe movimiento turístico, una revolución energética verde, una mejora de servicios y atención; no recibe un proyecto de movilidad, una estabilidad económica ni una política que atraiga inversión. En resumen: no recibe.
Durante estos dos años hemos hecho propuestas constructivas para la ciudad y aprobado todo lo necesario para combatir las consecuencias del COVID. Presentamos al inicio de la pandemia cuarenta medidas de urgencia para la revitalización económica e incluso “salvamos” decretos necesarios para la ciudad cuando los socios de gobierno no estaban dispuestos a hacerlo. Y después de todo esto, Ricomà aún es capaz de decir que la nuestra no es una oposición constructiva. Quizás debería dejar de hacer campaña desde la alcaldía y de oposición desde el gobierno, para ponerse a trabajar que la ciudad no es un gato, ni Tarragona una parodia.
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