Una vez más hablando de los Juegos Mediterráneos… debéis pensar al encontraros estas reflexiones. Si bien es cierto que la celebración de este acontecimiento deportivo se lleva buena parte de nuestra energía, especialmente ahora dada la cercanía de su inauguración, sería un error pensar que su mera celebración es el objetivo último de un proyecto de semejante envergadura, o un lucimiento personal o partidista del equipo de gobierno; de ganas de figurar. ¡Cuánto más lejos de la realidad!
De hecho, desde la misma génesis de la candidatura, la organización de los Juegos únicamente fue la punta del iceberg de una visión de mayor calado y alcance. A todos aquellos que “empujamos” para que la organización de los Juegos sea un éxito, lo que realmente nos mueve es “construir Tarragona”, proyectar su nombre en el mundo y dar a conocer sus extraordinarias cualidades a todos aquellos que todavía no nos han descubierto.
En este sentido, el tarraconense siempre se ha sentido orgulloso de su pasado, de su historia, de esa Imperial Tárraco, que fue capital del mundo conocido mientras Augusto vivió en ella. A la par que mediterránea, llena de luz, ciudad Patrimonio Mundial. Y podría seguir citando ejemplos, ya que su testimonio de glorias pasadas siempre está patente y donde se echa de menos hablar con orgullo, en presente, de nuestra ciudad, Tarragona.
El futuro es nuestro y no debería estar lastrado por antiguos frenos, es así cuando los Juegos han de convertirse en una espoleta para romper esas cadenas de inseguridades y pesimismo, y poner a nuestra ciudad donde se merece.
De la misma manera que apostamos porque, gracias a los Juegos, Tarragona se sitúe como eje central de la segunda conurbación urbana de Cataluña, y esto no sería posible sin una visión de alcance metropolitano, global y de conjunto, donde cada municipio haga su papel y nos complementemos, hemos de ser conscientes que los más de 500.000 habitantes del Camp de Tarragona han de trabajar juntos. Sin esta necesaria cooperación, no será posible alcanzar los grandes retos que por nuestra capacidad económica, localización geográfica y grandes dosis de talento, merecemos.
En este momento es cuando volvemos a los Juegos Mediterráneos, excelentes por su proyección deportiva y por visualizar la marca Tarragona y Costa Dorada, pero igualmente necesarios para demostrar la capacidad de este territorio de unir fuerzas y alinear a los municipios sede, pero incluso también aquellos que no lo son, en aras a alcanzar una meta común. Un ejemplo de colaboración municipal, provincial, autonómica y estatal en la que diferentes partidos, con diversas ideologías y formas de pensar, son capaces de alinearse. Si atravesando momentos tan difíciles, hemos trabajado sin bandos, sin recelos, sin miedo, para lograr un objetivo común, realmente ahí tenemos el verdadero legado de estos Juegos. El respeto a las sensibilidades diversas, la unión, el trabajo leal, la capacidad de hacer equipo y la cohesión conseguida, especialmente en los momentos de mayor incertidumbre, son lecciones aprendidas que hemos de llevar siempre y hacer partícipe a la sociedad cuando más le hace falta ante tanta adversidad y desafección.
Al hacerlo hemos sido fieles a los valores éticos que hemos demostrado siempre los tarraconenses. Antoni Rovira i Virgili decía siempre que a la gente de nuestra tierra no les gustan los engreídos, los que se presentan como poseedores de verdades absolutas. En su lugar, los hijos de Tarragona han practicado siempre valores cívicos como la honestidad y el trabajo duro, la humildad, la responsabilidad y la tenacidad de luchar y no darse nunca por vencido cuando defiendes una causa justa. Es decir, valores auténticos. Valores que perduran. Eso es lo que, colectivamente, hemos logrado con los Juegos de Tarragona.
Así pues, si estos Juegos han seguido adelante, a pesar de los innumerables problemas y obstáculos de toda índole que han debido superar desde su misma concepción, confío en que serán el germen para nuevos retos y grandes esperanzas compartidas. Los primeros logros empiezan a verse ya: Tarragona, Reus y las principales ciudades de la demarcación, reunidos por primera vez alrededor de la una Mesa de Infraestructuras para planificar y actuar con una sola voz. De hecho, esto es únicamente la antesala de una apuesta por la articulación de un modelo de gobernanza regional que permita a nuestra demarcación convertirse en un referente territorial de conocimiento y desarrollo económico y social. Estas iniciativas son excelentes augurios de lo que está por llegar. Sigamos haciéndolo posible todos juntos.
Vivamos estos juegos como lo que son: esfuerzo, trabajo y capacidad de entendimiento y colaboración entre vecinos, y con el orgullo y la convicción que nuestra ciudad, Tarragona, y las 15 sedes, son capaces de albergar una competición internacional, y de tener en nuestras ya preparadas instalaciones a deportistas de gran nivel.
No nos perdamos la oportunidad de vivir un momento histórico, marcados sí, por grandes dosis de infortunio y situaciones especialmente complicadas de las que hemos sido capaces de salir a golpe de esfuerzo, tenacidad y de pensar en lo positivo que nos aporta, no lo duro del trayecto. Ahora es el momento de disfrutar del trabajo realizado, de la ilusión y de vivirlo también juntos. ¡! Vivamos nuestros Juegos!!
Javier Villamayor Caamaño es Teniente de Alcalde y Comisionado de los Juegos Mediterráneos Tarragona 2018
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