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Hace escasos días, el Parlament de Catalunya ha decidido iniciar un Proceso Constituyente con el objetivo de dotar a Catalunya de una constitución propia, que proclame su nacimiento como nuevo Estado independiente. Sin duda una noticia de gran impacto que no ha tenido las repercusiones internas -ninguna manifestación ciudadadana de apoyo- ni internacionales -con llamadas de urgencia de las cancillerias para posicionarse-.

Santiago J. Castellà Surribas Professor del Departament de Dret Públic de la Universitat Rovira I Virgili

Santiago J. Castellà és professor del Departament de Dret Públic de la URV

Habrá que preguntarse porque se ha hecho con tan poca solemnidad, sin la liturgia nacional que se reclama para los grandes momentos históricos: si leemos el texto, estamos ante el kilómetro cero, el punto de partida de un proceso irreversible hacia la independencia, pues esta es la única manera de cumplir con la voluntad entusiasta del pueblo. Entonces, ¿por qué una escenificación tan descargada de liturgia?, ¿por qué esta apariencia de trámite administrativo que a nadie apetece hacer y que si entre todos nos envalentonamos -venga va- sale? Pues precisamente por eso, porque es un mero trámite para seguir gobernando con unas políticas económicas y sociales que en todos lados llamaríamos de derechas, apoyadas solo por una minoría que sale beneficiada, pero que aqui tapamos cuando conviene con la bandera, para que parezcan mayoritarias.

Todo empieza cuando Artur Mas, derrotado en dos elecciones, consigue en 2010 unos resultados que le dificultan gobernar. Su gobierno “Business friendly” con Boi Ruiz, Mena, Recoder o Fernandez Bozal, se encuentra atado de manos por una ERC hacia la que se decantan los votantes nacionalistas desencantados con el viejo conservadurismo convergente. Pues en tres meses se desmonanta el tinglado, se pide un Pacto Fiscal con resonancias a concierto vasco, y como el Gobierno del Estado dice que no “i Madrid ens roba”, vamos a unas nuevas elecciones. Mas, el estratega, estaba convencido de que ahora sí, ahora ¡mayoría absoluta!, y a seguir con el juego nacionalista con Madrid de toma y daca (amigos en las políticas austericidas y a cara de perro con las banderas). Pero los votantes se volvieron a equivocar, Mas pasaba de 62 a 50 diputados y quedaba en manos de una ascendente ERC, segunda fuerza con 21 diputados. En estos casos, uno dimite y se vuelve a casa, pero si la patria y el pueblo te lo piden a gritos no queda otra que persistir en el error.

Y como de gobernar (o sea recortar) se trataba, pues repetimos elecciones de nuevo. Pero eso sí, ahora sin programa y todos juntos. ¿Para qué un programa económico, social o de políticas si lo que haremos es una patria donde todo sea mejor? Eso sí, ninguno fuera, todos bajo las siglas de “Junts pel si” porque entonces seguro que arrasamos. Y juntos todos – Convergentes, indepes de Unió, ERC, Mes, Avancem, ANC, Òmmium, varios independientes, independestistas y folklore nacional diverso-, van y solo consiguen 62 escaños (9 menos de los que tenían ERC + CiU antes de fracturar PSC). Eso sí, con 10 escaños cuperos, que suman pero con condiciones -no vaya a parecer que somos la primera fuerza anticapitalista que garantiza las politicas de un gobierno de derechas en el maltratado Sur de Europa-.

Y en estas estamos, y que como no hay mayoría para presupuestos, y la CUP nos pide un gesto, pues aprobamos un texto, que son las precipitadas conclusiones de una debilitada Comisión parlamentaria para el estudio del proceso constituyente, donde decimos que como el marco jurídico no permite hacer lo que queremos hacer, y tenemos derecho a hacerlo, pues lo hacemos. Un duro golpe a toda teoría democrática y al concepto de Estado de Derecho. Sabemos por la historia que siempre que alguien piensa que su fin justifica los medios la democracia ha salido mal parada, pero aquí, que nadie se engañe, el fin es gobernar, y gobernar igual que hasta hoy. No están pensando que los deshauciados, los recortados y los explotados también puedan saltarse las leyes… Para eso hay que tener pedigrí.

A partir de aquí parece que solo queda esperar lo que mejor les va: la confrontación con Madrid, las seguras desacertadas voces del nacionalismo español, las declaraciones indignadas de nuestro president… Y garantizar con sus votos que Ana Pastor sea la presidenta del Parlamento, para facilitar un gobierno del PP, porque detrás de las banderas todo es posible.

Invito a leer el texto aprobado por el Parlament, descubrirán que el pueblo ya hemos dedicido que vamos para la República Catalana, y que ahora, un denominado Fòrum Social Constituent, formado por personalidades de la Sociedad Civil -osea, Òmnium ANC, Súmate y artistas varios- nos harán una Constitución, que luego podremos votar. Esperemos esta vez que con todas las verdaderas estructuras de Estado desmontadas -la educación pública, la sanidad, las políticas de bienestar hechas trizas- los votantes no volvamos a equivocarnos y consolidemos de una vez para todas un Estado donde una minoría privilegiada se apropia en su beneficio de los recursos de todos. Evitemos que la derecha tenga que volver a presentarse a elecciones que pueda perder, y hagamos una Constitucion donde ellos sí puedan saltarse las leyes si la patria (y la cartera) lo reclaman.

Santiago J. Castellà Surribas
Professor del Departament de Dret Públic
de la Universitat Rovira I Virgili

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