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Rocío León

“Si el sexo es irrelevante todas las políticas para combatir la desigualdad estructural que como mujeres padecemos se tornan irrelevantes”. Alicia Miyares.

Las sociedades democráticas no pueden seguir evitando las cifras de la prostitución que pone en cuestión nuestros proyectos de ciudadanía y nos llevan a normalizar el acceso a un mercado para el uso del cuerpo de las mujeres.

Se oferta una mercancía, se paga por ella.

La normalización y banalización de la prostitución, las implicaciones de las relaciones de dominación y sometimiento entre hombres y mujeres, desde la perspectiva de clase y de género tienen unas consecuencias y plantea cuestiones que la sociedad debe enfrentar y resolver.

Son mujeres casi la totalidad de personas que se destinan a este mercado y son hombres quienes acceden a este mercado. Son los hombres quienes se otorgan el derecho de acceder al cuerpo de las mujeres a cambio de dinero. Una práctica que se legitima desde la izquierda y desde la derecha.

Curiosamente los partidos que se colocan más a la izquierda coinciden con partidos que se definen liberales en la idea de que hay que regular el mercado del cuerpo de las mujeres. Ambos utilizan como argumento el mito de la libre elección, o individualismo posesivo. ¿Por qué si la izquierda niega la libre elección en los salarios basura, una parte, que se define anticapitalista, acepta como el neoliberalismo, la libre elección para que se pueda mercadear con el cuerpo de las mujeres?

Una de las victorias del feminismo es haber conseguido, en la segunda ola, abolir formalmente la trata de blancas para acabar con la prostitución. ¿Cómo es posible que haya quien defienda, desde la izquierda, volver a antes de esta conquista social? Sin prostitución no hay trata.

Las sufragistas combatieron un modelo capitalista que colocaba a las mujeres obreras como mano de obra barata o las encerraba en casa otorgando a sus esposos estatus laboral y social.

Fue el feminismo socialista, el feminismo utópico, quien planteó que las causas de la opresión de las mujeres no tenían que ver con causas biológicas, si no sociales. Señalaron, además, las diferencias por clases sociales.

También surgieron voces en la izquierda que reclamaban proteger a las mujeres de la sobreexplotación laboral. No todos los socialistas veían la emancipación de la mujer como algo prioritario y no todos apoyaban su lucha.

Dicen quienes se autodenominan anticapitalistas que “Un mundo liberado de la dictadura del capital solo puede nacer mediante una ruptura radical con el (des)orden existente”. También se autodenominan feministas.

Pues bien, la prostitución es una institución que permite acceder al cuerpo de una mujer en cinco minutos, incluso menos. Es la escuela de desigualdad más poderosa que existe.

Para satisfacer deseos se conculcan derechos de las mujeres

La pornografía y la prostitución construyen la subjetividad de lo que son los hombres y las mujeres, por lo que no es posible ser feminista y defender un neoliberalismo que pretende que los hombres no avancen hacia la igualdad con las mujeres, a excepción de unas pocas.

Oponerse a la abolición de la prostitución es ser cómplice del neoliberalismo que todo lo compra y todo lo vende, un neoliberalismo que financia las enseñanzas de la prostitución, que enseña lo que es una mujer y lo que se puede hacer con ella. La prostitución enseña que una mujer es un trozo de cuerpo para el placer de los hombres.

Con un discurso de apariencia progresista el neoliberalismo y la autodenominada izquierda anticapitalista pretenden el libre acceso de los hombres a los cuerpos de las mujeres.

Este anticapitalismo ignora que los problemas de las mujeres proceden de que toda la filosofía oriental teoriza sobre que las mujeres somos ontológicamente menos que los hombres. Protegiendo el sistema de dominación más universal y ancestral, están colaborando para que avancemos a un mundo cada vez más desigual. ¿Qué limite van a poner al poder si los cuerpos de las mujeres se pueden comprar y vender?

El poder es acceder a todo aquello que se desea, sin límites ¿Cómo pueden decir que ser puta empodera? ¿Cómo empodera estar pasando miedo y frio mientras esperan a que venga uno a decirle que se la chupe?
Desde la izquierda no se puede defender el capitalismo, menos aún el que somete a las mujeres de la manera más feroz. Da igual que sea transcapitalismo, homocapitalismo o heterocapitalismo.

Cuando la izquierda cae en el adanismo y no conoce, ni reconoce la historia y la teoría del feminismo, adopta el discurso neoliberal de los sentires maquillado de progresismo.

El feminismo es algo más que un movimiento social, es una teoría política. Es una ideología que toma como raíz prevalente la categoría de sexo. No sucede de acuerdo a nuestras propias individualidades. Nos aporta una visión completa de la vida. Nos permite saber de dónde venimos; conceptualizar; visibilizar.

Los puteros son hombres.

Rocío León Aller
Secretaria de políticas de las mujeres
PSC Camp de Tarragona