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Vivimos tiempos convulsos, en los que todo pasa tan rápido que apenas tenemos tiempo para reflexionar y nos precipitamos continuamente con cada nuevo acontecimiento.
La abdicación del rey de España ha sacado a la calle a gente republicana que reclamamos la oportunidad de recuperar un modelo de Estado en que ostente el Poder quien menos lo ame.

La Revolución de 1789 afirmaba que había que conseguir una sociedad en la que nadie dependería de otra persona.

Rocío León. Foto: Raquel Gaspar

En las calles de los suburbios franceses, mujeres y hombres se organizaban para defender la revolución antimonárquica. Ahora reclamamos un referéndum, que se consulte al pueblo, que el pueblo decida el modelo de Estado en el que quiere vivir.

Las mujeres francesas levantaron sus voces en defensa de la Revolución y de sí mismas, reclamaban que la Igualdad social debería ser la misma entre los dos sexos. La Constitución de junio de 1793 excluyó definitivamente a las mujeres de los derechos políticos. La Revolución Francesa instituyó la Igualdad entre los ciudadanos dejando fuera a las mujeres.

Durante la Segunda República, Clara Campoamor, impulsora de la Unión República Femenina, defendió y consiguió el voto para las mujeres desde un escaño para el que podía ser elegible, pero para el que no había podido votar. Basó su defensa en el principio de Igualdad.

Las republicanas que estos días enarbolamos la bandera tricolor en las calles, como nuestras antecesoras, también reivindicamos que no se nos deje fuera. Que las voces que estos días se levantan sean también las nuestras y no solo masculinas. Que los valores que reivindican la nueva y la vieja progresía sean, sin exclusiones, aquellos que proclamó la República tras la victoria del 10 de agosto de 1792.

Reivindicamos la Igualdad, que forma parte de las tres proclamas clásicas, que asumió el socialismo democrático: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, principios universales que formarían parte de la esencia del socialismo.

El socialismo es un ideal republicano. Como republicana, no soy partidaria de un gobierno de hombres (y mujeres) sino de las leyes. Leyes respetuosas con la libertad de cada ciudadano o ciudadana, leyes pensadas para maximizar esa libertad. Una libertad que consiste en no estar bajo el sometimiento del capricho de ningún poder, de no ser vulnerable a la arbitrariedad del empresariado, del periodista corrupto, de las creencias religiosas…

Como dijo Torres Mora: “Hay que ser muy republicano para liderar la solución de una crisis y no aprovechar para perpetuarse en el Poder”.

Rocío León Aller

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